Seguir el viento a veces es perdonarse.
En piel y a fuego como regla el :
» vivir no es preciso, navegar es preciso».
Me sirvió para desafiar
mis coordenadas preestablecidas
y además de estimular mi andar
abrió un poco más el prisma.
Y el círculo
dónde giraba frecuentemente,
lo vi propagarse.
Vi arder la selva, vi pupilas ardientes
vi arder el hambre y mis rencores.
Bajé mi guardia imperial
Y se adentró el mar.
Se llevó cosas
y me regalo otras.
Con el invierno llegué lleno.
Vaciando mochilas.
Viví temblores
en regiones lejanas,
y no tan lejanas.
Pero que de todas formas devastaron
según la escala de Richter
áreas flojas, endebles
que debían hacerse nuevamente.
Conocí la misericordia
la estudié y la puse en práctica.
Ví como borra las impurezas,
los puntos negros del alma.
Me di mí espacio también
Obligándome a silencios necesarios
Reencontrando cosas amadas.
Fue un tiempo fugaz.
Por momentos intenso
como el fuego en la boca de un león.
Pero todo lo que quema, se graba.
Quizás
no me voy invicto.
Pero hoy
en este nuevo giro
de todo lo que me engloba.
Creo estar más preparado.
Con el arco en cero
para navegar
y sí hace falta..
Vivir un poco también.